Somo seres sexuados y sexuales desde el mismo momento en que nacemos; y somos la especie animal por antonomasia que practica sexo para obtener placer, y no solo con finalidad reproductiva. Por eso, tener una vida sexual saludable es importante para que hablar de un estilo de vida sana, en el que todas las facetas se complementen y den satisfacción y una buena calidad a nuestra existencia.

Bien es cierto que el sexo en pareja puede a veces ser complicado, y, en última instancia, hace falta mucha comunicación. Pero la salud sexual de la mujer es un ámbito muy importante de su vida, y debe ser tratada como tal. Encontrar el equilibrio con otra persona a la hora de tener sexo hace imprescindible que se trabaje en ello, y hablar sobre las necesidades sexuales de cada uno es algo muy importante. Hay que tener en cuenta que hablar que hombre y mujeres pueden tener necesidades diferentes; es el poder ponerlas en palabras y confrontarlas para encontrar un plano común que sea satisfactorio para ambos.

Pero antes de llegar al sexo en pareja, se experimenta el despertar sexual, algo que nuestras hormonas no perdonan. Ahí debe entrar en juego la educación sexual, algo tan importante y que muchas veces se deja de lado, bien por pudor o bien por no saber cómo hablar de ello. Las jovencitas, que por lo general se desarrollan sexualmente antes que los chicos, deberían conocer qué les pasa a sus cuerpos, cómo reaccionar ante estos deseos y qué se puede considerar una vida sexual sana aún a esa edad. Esto sería lo deseable, pero no siempre se cumple; sin embargo, la necesidad existe, y muchos de nuestros chicos y chicas llegan a ese conocimiento por los medios menos adecuados.

Porque seamos claros: que nuestras hijas aprendan de sexo viendo videos de chicas follando en internet no es lo deseable, ni lo más adecuado. Personalmente, normalizar el porno online es algo que deberíamos practicar, puesto que nuestros jóvenes están expuestos a ello desde que inician sus accesos a la red; y cada vez es más pronto. Sin embargo, no dejo de reconocer que habría que hacer cambios, más allá de poner filtros a nuestros dispositivos o simples avisos para mayores de 18 para no ver ni siquiera mujeres desnudas. La pornografía vive entre nosotros, primero porque no es el demonio reencarnado, sino un tipo de arte más con una función específica; segundo, porque como ya he dicho, el sexo es una de nuestras funciones vitales principales, y a todos les causa interés. Por eso, la pornografía en general tendría que cambiar su rumbo, adaptarlo a un público cada vez más joven y más influenciable. Y los padres, por su parte, además de vigilar el acceso a la red de sus hijos e hijas, deberían tener con ellos una comunicación fluida en lo que a sexualidad se refiere. ¿No queremos que tengan los videos porno como referente sexual? Perfecto, démosle entonces nosotros las pautas correctas. No pretendamos que masturbarse, o follar con un novio o novia, es algo inmoral e impúdico; las chicas de 18 lo harán igual, pero quizá de forma incorrecta e incluso peligrosa, sin atreverse a confesar que lo están haciendo.

Como ves, tanto si eres una jovencita como una mujer madura, a la hora del sexo, se necesita comunicación. Esto es, básicamente, porque nadie nace aprendido; se tiene el instinto sexual, pero el desarrollo solo se aprende al cabo de los años. Podemos confiar en que nuestros jóvenes aprendan a pelo, solo por experiencia, pero eso sería confiar demasiado en el destino. Quizá podamos ayudarlos guiándolos un poco con nuestras propias vivencias, y si no… pues siempre se puede tirar de las páginas porno, jeje.